La otra cara del cáncer

Aritz y Rosa, dos testimonios para descubrir cuál es la carga psicológica de esta enfermedad

Hagamos un ejercicio de imaginación que es posible que no sea del gusto de nadie. Por un momento vamos a meternos en la piel de una persona que llega a la consulta médica donde le espera su diagnóstico. Le han detectado un tipo de cáncer, el que sea. La pregunta que te hacemos es: ¿cuál sería tu reacción? Como te avisamos no iba a ser un ejercicio muy agradable. Es probable que hayas sentido desde miedo a una sensación de ahogo. También es muy probable que sencillamente te hayas quedado en shock, algo muy habitual y que incluso tiene nombre (que conoceremos más adelante).

El cáncer tiene una carga física, ya sea por sus consecuencias o por el tratamiento, pero también puede tener un peso psicológico importante. El pasado 4 de febrero se celebró el Día Internacional contra el cáncer y en esta edición AECC Álava decidió poner el foco en ese aspecto menos conocido de esa enfermedad. Al trauma o impacto que nos puede generar el diagnóstico debemos añadir la losa que supone su tratamiento, que no suele ser especialmente corto en el tiempo. Las esperas entre las pruebas o las sesiones de quimioterapia o radioterapia pueden suponer una carga mental que a veces puede ser muy pesada. De ahí que la asociación haya querido enseñar a la sociedad la carga psicológica del cáncer.

Aritz conoce muy bien esa losa. La vida de este treintañero cambió para siempre hace apenas un año. Recién casado, tanto él como su pareja habían encontrado cierta estabilidad laboral. Hasta se compraron su propia vivienda. El 23 de julio, el médico le daba una noticia que nunca hubiese querido escuchar. Tenía un adenocarcinoma adenoide quístico. Este cáncer afecta a los nervios y es importante controlarlo lo antes posible. Apenas si se había sentado en la consulta junto a su mujer cuando el médico les daba esa noticia.

Como era de esperar, ésta fue difícil de digerir. Luis Amurrio, del equipo psicológico de AECC Álava nos habla de ello y del llamado bloqueo post información por el síndrome de la bata blanca. Nuestro cuerpo se defiende ya sea en lo físico como en lo psicológico. De la misma forma que ponemos una mano para amortiguar una caída, nuestra mente se cierra ante una posible avalancha de emociones. En esas situaciones, cuando un médico te confirma que tienes cáncer y te informa de su tipo, del tratamiento, etc., ese volumen de datos con un peso mental tan importante pueden ayudar a que nuestra mente se bloquee completamente. Como bien nos apunta el psicólogo, en esos momentos es posible que le hayamos informado debidamente al paciente, pero otra cosa bien distinta es lo que ha entendido o ha podido entender.

El cáncer afecta directamente a una persona, pero también lo hace a su entorno. Rosa da fe de ello. Hace un tiempo, su hijo fue diagnosticado con un tumor de células germinales. De la misma forma que su hijo sufrió un shock, ella también lo padeció. Miramos a Aritz, que se sienta justo en frente de Rosa. Nos confirma que su mujer lo ha pasado mal, pero que también es cierto que es su mejor apoyo.

Cuando escuchamos a Rosa comprobamos que la parte psicológica del cáncer se padece de forma casi comunitaria. De una u otra forma hacemos que esa enfermedad que padece nuestro familiar, pareja o amistad también sea nuestra. Nos genera un duro mazazo que debemos gestionar. Pese a que el espíritu de Rosa es optimista, nos confirma que no ha sido un trago fácil de digerir, pero también nos afirma que la asociación contra el Cáncer de Álava han sido un gran apoyo tanto para ella como para su hijo.

Sorprendentemente, saca lo mejor de cada uno

Nuestros dos protagonistas se ponen de acuerdo en una cosa: la noticia del cáncer ha sacado lo mejor de su entorno. Rosa y Aritz han comprobado cómo sus familiares y sus amistades les han ayudado siempre que lo han necesitado. Una predisposición que agradecen de todo corazón. Es curioso que una enfermedad que tanto nos asusta y tanta carga negativa tiene nos ayude a generar empatía. Curioso sí, pero positivo.

Rosa nos cuenta una pequeña anécdota. Su hijo de 23 años no se creía tras su primera sesión del tratamiento que todo aquello fuese gratis. La ternura con la que nos lo narra la madre nos llega al alma, pero también nos sirve para valorar el sistema sanitario. Luis, el psicólogo que nos acompaña desde el principio de la charla, asiente y nos confirma que el equipo de oncología de nuestro territorio hace un gran trabajo a diario.

Seguimos charlando sobre la losa psicológica del cáncer para llegar a entenderla mejor. Aritz comenta que él ha sufrido más en lo psicológico que en lo físico. Es cierto que ha padecido efectos secundarios por su tratamiento, pero la tormenta mental que le generó su enfermedad ha sido y es muy poderosa. Es difícil de digerir, nos cuenta, especialmente siendo joven.  Él nunca se imaginó que pudiese tener cáncer a su edad, quizás más adelante, siendo ya mayor. Tanto él como Rosa han comprobado que esta enfermedad no entiende de edad.

Esta enfermedad no tiene edad

Hay detalles que llaman la atención. La carga psicológica se puede dar en situaciones tan sencillas como dar la noticia a ciertas personas, especialmente los familiares más cercanos. A veces, incluso optamos por evitar decírselo hasta el momento adecuado. Tanto Rosa como Aritz, por diversos motivos, intentaron buscar el momento adecuado para contarlo. Son detalles pequeños que no tienen una relación directa o física con la enfermedad, pero que son tragos duros de digerir por uno u otro motivo.

En lo que ambos parecen estar de acuerdo es en la labor de AECC Álava. Rosa y Aritz solo tienen palabras de agradecimiento para la asociación, que les ayuda a gestionar el peso psicológico del cáncer. Le preguntamos a Luis si es necesario que, de forma paralela a la terapia para hacer frente a la enfermedad, se ofreciese una de tipo psicológico y nos da algunas claves. La  gran mayoría de enfermos/as de cáncer no tiene ninguna enfermedad mental, de ahí que no sea necesario derivarlos a salud mental para una terapia paralela.  El diagnóstico y la enfermedad generan reacciones emocionales, normalmente ansioso depresivas y justificadas, pero en líneas generales no suelen requerir ayuda psicológica.

Esto no quita, según nos indica Amurrio, que tras el diagnóstico, la persona afectada o su entorno pudiesen tener una charla para hacer frente a ese primer impacto. Ya sea unas horas o días más tarde de recibir la noticia, este encuentro podría ayudar a encaminar tanto a paciente como a su entorno a saber controlar y gestionar la situación. Aritz y Rosa están de acuerdo con él y afirman que les hubiese gustado que esa charla fuese una realidad. Luis nos asegura que desde AECC Álava se trabaja a diario para poder implantar un programa así. Un programa que resulta realmente necesario en esa situación. El psicólogo es optimista y cree que tarde o temprano lo conseguirán.

Es casi la hora de comer y nos despedimos de nuestros tres invitados. Nos despedimos del equipo de AECC Álava y nos ponemos rumbo a la redacción. Camino a ésta empezamos a sacar algunos apuntes interesantes de la tertulia que hemos tenido. Desde luego, hoy somos más conscientes de la carga psicológica que tiene tanto el cáncer como cualquier otra enfermedad grave. De ahí que hoy tengamos un mayor reconocimiento por la labor de AECC Álava, que cada día ayuda a miles de alaveses a hacer frente a su enfermedad.

Hoy somos más conscientes de la carga psicológica que tiene tanto el cáncer como cualquier otra enfermedad grave

El año pasado hubo 2000 casos de cáncer en nuestro territorio. Una cifra que asusta, pero también hay que ponerla en contexto. Cada día hay más gente que sobrevive a esta enfermedad, y los diagnósticos y programas se han mejorado y ampliado con el tiempo. Aunque seguimos teniendo una visión derrotista, la oncología ha mejorado mucho. Y no hay que olvidar que los problemas cardiovasculares son una causa de muerte mucho más grande que el cáncer. Debemos ser optimistas frente a una enfermedad cuyo nombre asusta solo al pronunciarlo. Y para ello podemos contar con AECC Álava, que además de colaborar en la investigación contra el cáncer ayuda y acompaña a todas las personas que lo padecen. A veces, con gestos tan sencillos como escuchar a quien lo necesita.

Puedes contactar con AECC Álava en el 945 26 32 97 o en alava@aecc.es. Sus instalaciones se encuentran en la Plaza Porticada del barrio vitoriano de Zabalgana. Desde Leihoa queremos agradecer su colaboración así como la de Aritz y Rosa, que compartieron su experiencia con nosotros/as. ¡Gracias!

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